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4+4=!
Orlando Luis Pardo Lazo La Habana


El pasado lunes 17 de enero, a las cuatro y un poco de la tarde —para no alterar esa tradición criolla sobre la relatividad general del tiempo—, quedó inaugurada, en la capitalina sala “Rubén Martínez Villena” de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) —sita en 17 y H, El Vedado—, la exposición colectiva 4+4=1. Sus autores son cuatro artistas plásticos de Alemania (Brigitte Bailer, Ludger Hinse, Jörg Parsick-Mathieu y Alexander Pohl) que integran, junto a otros tantos colegas de Cuba (Rafael Valiente, José Ramón Llanes Pensado —Vela—, Adrián Infante y Karoll Pérez Zambrano), un proyecto homónimo que aspira a establecer un Diálogo/Dialog, en lo que a creatividad se refiere, a uno y otro lado del Océano Atlántico.


Cuadros de Pohl y escultura de Hinse

Las palabras de inauguración fueron pronunciadas por el propio Rafael Valiente, quien se desempeña, además, como Presidente de la sección de Artes Plásticas de la UNEAC en Provincia Habana. Ante un público numeroso, Valiente explicó a grandes rasgos la naturaleza del proyecto 4+4=1 (ocho creadores en busca de una misma comunicación), así como las poéticas individuales de cada uno de sus integrantes; en especial, de los cuatro artistas foráneos involucrados en esta ocasión.

Brigitte Bailer, con las siete obras de su serie Huella (Trace), realizada durante el 2003, nos propone una peculiar poética de lo geométrico y lo contrastante a partir del papel y su rasgado a mano. Bien en papel alba vegetal semitransparente o bien en papel manufacturado, esta artista ha conseguido el milagro de transmitir una impresión de violenta humanidad detrás del aparentemente frío y calculado balance composicional de sus piezas. Algunos rasgados conservan la traza de una secreta rabia, acaso desesperada dentellada. Otros resultan sucesivamente velados por las múltiples capas empleadas por ella, con predominio de los tonos blancos: capas que se resisten a abrirse, tal vez para no revelar cierto significado íntimo que la creadora quiso proteger de nosotros. Todo lo anterior, sumado a la elegancia de los dominios de negro discretamente ubicados por Brigitte Bailer, hizo de las siete obras de su serie Huella (Trace) uno de los espacios más concurridos de la sala de exposición de 4+4=1.
 


Escultura de Hinse

Ludger Hinse, artista plástico más que consagrado a escala mundial, está presente en esta muestra con múltiples propuestas genéricas. Sus “Tres Cruces Blancas”, desde la pared, anuncian los motivos también cruciformes de sus dos láminas transparentes de acrílico, descolgadas del techo, y atornilladas de manera que en su interior queda inmóvil toda una red de redes, compuesta por mallas de acero de diferente calibre. Esta composición automáticamente juega con el diseño de luces del local, creando sinuosos patrones de interferencia que se desplazan junto a nosotros de un ángulo al otro de la obra. Algo de humano crucificado es tangible entre estas láminas planas. Y, también, algo de humano atrapado en las reiterativas formas elementales del triángulo y el paralelogramo de sus mallas. Ludger Hinse, además, expuso las dos únicas esculturas de esta muestra del proyecto 4+4=1. Realizadas en acero inoxidable fino, el crudo expresionismo de ambas piezas es captado más allá de toda posible figuración. Rostros amordazados, aislamiento existencial insalvable, necesidad de elevación, retorcimiento, el círculo como estrategia última para sobrevivir: esto y mucho más, se nos trasmite desde la mudez de esas dos piezas de Ludger Hinse, verdadero artífice del discurso plástico en cualquier manifestación que se lo proponga.

Jörg Parsick-Mathieu, a su vez, deslumbró literalmente con el reflejo de sus aceros inoxidables, en los cuales este creador consigue imprimir un verdadero impromptu de color, donde siempre un tono menor y duro parece llegar para contrapuntear con la cromía general y pausada de cada una de sus cinco obras. El origen de estas imágenes es nada menos que materiales de vídeo magnificados casi hasta el infinito mediante algoritmos digitales: extraña matemática de 4+4=1, capaz de generar estos patrones a medio desenfocar, que son impresos finalmente sobre la superficie impecablemente en foco del metal. Acaso como presuntas gigantografías de una era posindustrial, o tal vez como espejos a medio tapizar, donde nuestra imagen siempre saldrá hecha jirones: menos única, más fractal.

Y por su parte, Alexander Pohl, aprovechando su experiencia como diseñador gráfico, se recrea con elementos del grafismo y el letrismo en sus 20 pequeños marcos y dos cuadros mayores, todos sin título. Composición en sí misma sobre la pared, cada pieza incluye un desdoblamiento interno: su propia frontera interior, acaso su zona oscura, ilegible logos. La huella de la imprenta, así como los residuos de materiales publicitarios de alta difusión por los mass media, le sirven a este artista para ensamblar una propuesta sobre lienzo y madera, la que acaso funciona de transición conceptual entre los aceros de Hinse y Parsick-Mathieu, y los papeles de Brigitte Bailer.
 


Obras de Ludger Hinse

El estreno absoluto de 4+4=1 en Cuba fue el 10 de diciembre del pasado año, en la Galería de Arte “Rubén Suárez Quidiello”, de Bejucal, Provincia Habana. Ajenos a la ansiedad del extranjero por hacerse visible en la capital de la Isla, 4+4=1 ha preferido realizar una trayectoria inversa, casi inverosímil: de la periferia al centro. Una lúcida estrategia que permitió que sus obras interactuasen primero con el pujante movimiento de artistas plásticos residentes fuera de Ciudad de La Habana, los que, en más de una ocasión histórica, han demostrado ser portadores de tendencias de avanzada que al cabo terminan por instalarse en las galerías citadinas.

Por este movimiento geográficamente alternativo, por la alternatividad radical en el empleo de materiales no considerados propios del arte, por la alternancia de formas y de universos conceptuales de estos cuatro creadores alemanes (Brigitte Bailer, Ludger Hinse, Jörg Parsick-Mathieu und Alexander Pohl), así como por el apoyo que han recibido de su contraparte cubana (Rafael Valiente, José Ramón Llanes Pensado —Vela—, Adrián Infante, Karoll Pérez Zambrano; más los artistas invitados Arletis Casasnovas y Onil Frade), la ecuación de 4+4=1 bien pudiera sumar un mayúsculo signo de admiración (!) a los efectos del público, quedando solo por ver ahora el impacto de este proyecto mixto en los creadores y críticos de nuestro país.
 

 


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